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El Cemento. Fyiodor Gladkov

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EL CEMENTO (novela soviética recuperada por Templando)

las obras de Gladkov, Fadéiev, Ostrovski, Gaidar, Makarenko y los relatos épicos de Shólojov forman el núcleo de una literatura comunista netamente realista. Cada uno de esos autores tiene sus propios rasgos individuales, y sería equivocado incluir a todos en la misma escuela literaria; lo que tienen en común es que sus obras, muy diversas artísticamente, expresan creencias idénticas.
Fyodor Gladkov(1883-1958), hijo de un campesino del Volga, que se había visto obligado a convertirse en proletario, pasó su infancia en una pobreza sórdida. Sus padres trabajaban en las pesquerías del Mar Caspio y en las hilanderías del Cáucaso. Por su parte probó muchos oficios y vocaciones, hasta que por último se hizo maestro de escuela primaria. Después se unió al movimiento socialista, fue arrestado y exilado a Siberia. Empezó a publicar en 1900 y se volvió hacia el periodismo y la ficción. Sus primeros cuentos, muy influidos por Gorki y en menor medida por Korolenko, son impresionistas.
En 1922, dos años después de haberse afiliado al Partido, Gladkov publicó «El corcel de fuego», donde pintaba la revolución en la region cosaca de Kubán; su estilo era florido y anti-realista. Su novela siguiente, Cemento (1925), fue aclamada en la URSS como una feliz afirmación de la ideología comunista. Está escrita en el lenguaje emotivo y muy ornamentado del período;
El estilo afectado del original era sólo un procedimiento para evocar las duras realidades de la vida. Los héroes de esta «primera novela soviética de la clase trabajadora» son verdaderos proletarios. Después de tres años de luchar en el Ejército Rojo, Gleb Chumálov, ex obrero mecánico, vuelve a su ciudad, un puerto del Mar Negro (aparentemente Novorossiisk), pero encuentra que su casa y su fábrica han sido destruidas. El hambre y la desesperación han dispersado a sus camaradas obreros; la epidemia se ha llevado a sus hijos. Su mujer Dasha ha pasado por los horrores y las pruebas de la guerra civil, pero se ha convertido en una Mujer Nueva, consciente de sus derechos. Afirma su libertad en todas las cosas, incluso el sexo, y ya no acepta la actitud de macho conquistador de Gleb. A pesar de sus arrebatos de celos, Gleb tiene que adaptarse a las nuevas condiciones, y reconstruir su relación conyugal partiendo de la «nueva moral bolchevique». En general todo tiene que ser reconstruido; la vida exige una reconstrucción completa: fábricas, casas, ciudades y costumbres.
Pero lo más urgente es reanudar el trabajo en la fábrica semi-demolida y abandonada, la principal empresa de la ciudad. Gieb se dedica de todo corazón a esta tremenda tarea. Tiene que vencer la apatía de los obreros agotados por las privaciones y el derramamiento de sangre, la falta de materiales de construcción y la amenaza de los contra-revolucionarios cuyas incursiones causan estragos y pánico. Su entusiasmo y su inflexible fuerza de voluntad vencen a Kleist, viejo ingeniero enemigo de los soviets y encauza la energía de Badín, un burócrata libertino. A pesar de muchos errores y reveses, a pesar de las ansiedades personales y las dificultades familiares, Gleb triunfa finalmente y la reapertura de la fábrica simboliza una nueva era: «confiamos en la sangre y nuestra sangre hizo arder todo el mundo; ahora, templados por el fuego, confiamos en el trabajo», proclama Gleb en un discurso aplaudido por cientos de obreros.
ЦементHay escenas de tortura y varios episodios de violencia y muerte que recuerdan al Tarantino soviético Andréyev o, aun peor, a Artsybáshev; Sin embargo, todas esas deficiencias literarias no impidieron que Cemento tuviera un éxito tremendo en Rusia, así como en el extranjero. Traducida a todas las lenguas de la Unión Soviética, en 1937 se habían vendido dos millones de ejemplares y aún sigue siendo muy leída.
Varias son las razones de su popularidad. Esta novela verdaderamente «proletaria» subraya el tema principal de la literatura comunista: la victoria de la confianza sobre el escepticismo, del esfuerzo sobre la indolencia, del trabajo sobre la inactividad. Y establecía una pauta que nada tenía que ver con la perfección literaria: lo más importante para la ficción de la novela comunista era expresar la fe y mostrar el triunfo de la esperanza.
Además Gladkov señalaba el trabajo constructivo como vehículo para la reanudación de la vida normal, y en los años 20 esto estaba en la mente de todo el mundo. Los compañeros de viaje hablaban demasiado sobre el holocausto de la Revolución y la Guerra Civil, y aquí había, una novela sobre la reconstrucción material y la nueva ética. Gladkov también trató de introducir un nuevo héroe —su muy romántico Gleb es el primero de una larga serie de comunistas voluntariosos, tenaces— y una nueva heroína, la mujer que rechaza el viejo código moral y no quiere ser «simplemente un ama de casa y una esposa». Cemento trata todos estos temas de una manera más bien realista, manera que resultó ser accesible a las masas interesadas en la representación directa.
Цемент (1973)La mecánica del best-seller en Rusia es la misma que en los países capitalistas con la diferencia de que la base de la atracción general reside en el contenido y en la afirmación de una creencia inconmovible, más que en una historia de aventuras o de erotismo. En los Estados Unidos (y en Occidente en general) grandes sectores del público buscan en los libros sobre todo entretenimiento, excitación o evasión, pero los rusos están tan condicionados por la tradición y por la Revolución que esperan encontrar en la lectura un eco de sus propios pensamientos y una respuesta a sus perplejidades y ansiedades, o por lo menos una indicación de lo que es bueno o malo. En la Unión Soviética un público nuevo, menos sofisticado que el de la época pre-revolucionaria, pero mucho más numeroso, pide a las obras de ficción una inspiración moral y social; de ahí el hecho de que mientras la literatura occidental de segunda o tercera categoría produce simple escoria, la literatura soviética produce novela de entretenimiento pero didáctica.
Nada de lo que Gladkov escribió después de Cemento igualó jamás la popularidad de esta novela de la reconstrucción. ENERGIA(1933), descripción naturalista de la construcción de una gigantesca hidrocentral en el río Dnieper, tenía una trama no tan excitante y retratos sentimentales de ingenieros comunistas; la figura central Mirón Vataguin, un organizador del Partido que ‘lo arregla todo y vence todos los obstáculos, es particularmente pálida y artificial.
Durante ‘la Segunda Guerra Mundial Gladkov completó sus apuntes de la vida fabril de los Urales con «El juramento», una novela corta escrita en un ‘lenguaje afectado acerca del trabajo heroico estimulado por sentimientos patrióticos. Mucho mejores son sus novelas autobiográficas.
Hasta 1927 no hubo en la literatura comunista otro éxito clamoroso; ese año apareció una novela de resueltos méritos estético, llamada «La derrota», pero es otra historia.
Gladkov con el gran Gorki.
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